domingo, 8 de junio de 2025

 El frio, bello

la belleza, helada

la elegancia perdida

los huesos, cascados

un fuego azul, verde, naranja.

Sabiduría escondida

comadreja que ya no vuelve.

Quise escribir temprano y terminé tomando una taza de té.

Quise pensar

pero mi cabeza se va para cualquier parte.

Deambulo lentamente sin hacer pie

como un caracol se da la vuelta

buscando debajo de lo hecho

la palabra

la ilación

un ancla en la herida salitrosa

para cobrar un poco de forma.

La falta de fuerza es tangible

otra taza de té, ahora

y otra y otra y otra más.

Hasta dormir.

viernes, 9 de mayo de 2025

 Cada día

o más bien cuando el sol cae sobre la pampa

y el pastizal mezcla los sembrados y cultivados con lo agreste

en esa gama infinita de tonalidades verdes, amarillas, rojizas, marrones, maices, grises

y el agua de los arroyos refleja la luz violacea, turquesa y levemente anaranjada 

y la luna, casi llena, horizontea y asciende

el alma se junta con las regulaciones del color

enjuta

asiste a su derrumbe

en el que parece ya no caber pero si cabe

una muerte más,  algo que no volverá , toda una vida y un mundo

la mente lucha por no sentir pero esa batalla se pierde porque la tensión de su negativa 

arrasa con parte de la vida misma.

El cuerpo se duele: garganta, panza, taquicardia o insomnio: todas esa maneras que nos enlutan.

No sabemos vivir, ni morir.

Lo único que se decanta es que hay que aprender 

y despedirse para poder dar un paso, dos, tres hacia los cauces que se abrirán, no ahora, en el porvenir.

domingo, 19 de enero de 2025

 Vuelta como un caracol

que debería, si supiese por dónde 

pero que se desvía 

se repliega, mira y se devuelve a su itinerario inicial.

Opiáceos del deber o la salutación engañosa

consumen.

¡Es que siempre tuve que soportar su persecución y las escondidas

en los alcohólicos muebles de melanina bermellón!

No busco trascender, su nombre, su claustro o su fantasía.

La mía es con café,  ese motor. Es con patio y si es posible, un lazito de amor contra el rojo bordó del muro.

Un hábito muscular de quince cuadras de distancia

un punto de llegada

al que se llega

y no se cree haber llegado.

No se siente como era previsto

en un vacío gris

lluvia pampeana 

se desarbolan

uno a uno 

los planes y ansiedades.

He buscado y encontré  pero ahora se evanecen las proposiciones 

como volutas blanquecinas. 




sábado, 4 de enero de 2025

 No es bueno venerar

el desastre de la época porque hayamos logrado sobrevivir

supimos, aprendimos

a bordear los agujeros

a construir y componer

recomponer ese pozo ciego y su desastre

-sí-

pero hay que deslindar

distinguir

disociar

con costo de fuerzas vitales, finitas e inconmensurables

lo que 

hicimos 

luego de la tormenta 

de la tormenta misma.

Creer es inevitable

andamos poniendo una cosa y otra, aquí y allá

como para organizarnos

como

la columna vertebral

un edificio

una cosa encima de la otra

frágil y transparente, a fin de cuentas.

¿Y en qué creer

tras el muro oscuro?

¿Dónde ahondar tras la crisis de fe?

¿Cómo nutrir a ese motor que necesita?