Quién sabe por donde
se escabulle
el hálito, el fulgor, la complacencia
aun tenue
con las cosas más vivas de la vida.
Y porque
nos andamos
entre vueltas y revueltas de cosas
insepultas
insabidas
raras
que te agarran los tobillos
y no te dejan
andar
Una capa de salitre
como una piel
se ha perdido
se me está
yendo
rebusco
más abajo -o por encima-
otra
alguna que contenga
elementos nutricios
para una nueva
fabricación.
No se encuentra mucho
por ahora
y caigo
un poco más en el
vacío.
Envidio
a gente
a la que le atribuyo cosas
que no posee, o no sé
imagino
que les es más fácil
la frialdad
en los huesos
el rebuscamiento
del calor del sol.
De todos modos
advierto
que un poco puedo nadar en este mar
como si unas branquias
me hubieran
crecido.
La casa respira como una ballena
quizás no vuelva a oírla
anticipo
en su latir, su pulmón de tic tac, calandria, viento, temblor de ventana
temo
se ausente
el vibrato del parlante incomprensible como un fax extemporáneo
o el sonido de masa que se cuela en los cables
los gritos locos de los teros
los grillos ensordecedores.
Se compone el sonido de la paz y la tormenta
se adivinan voces ausentes
no quiero irme de acá
necesito irme de acá