El silencio ha sido mi refugio
los ecos lejanos: bocinas del tren, pájaros, el viento
buscarlos en el espacio entre los ruidos del tráfico
ha sido mi delicia.
Ahora extraño los sonidos teletransmitidos que eran señal de mi madre: la radio, el televisor.
He luchado muchas horas para disminuirlos y acotarlos
el insomne oído
recién se pudo doblegar mediante el afecto
y hace tan poco
tan
poco
que
me
he sorprendido.
Es raro
no oír, no sentir por los embudos que llevo a todas partes
que llegan
las señales
los sentidos
el habla que se había retirado de tantos lugares y que nos mantenía siempre a una distancia prudencial pero que nunca
se ampliaba tanto como para desaparecer.