domingo, 19 de enero de 2025

 Vuelta como un caracol

que debería, si supiese por dónde 

pero que se desvía 

se repliega, mira y se devuelve a su itinerario inicial.

Opiáceos del deber o la salutación engañosa

consumen.

¡Es que siempre tuve que soportar su persecución y las escondidas

en los alcohólicos muebles de melanina bermellón!

No busco trascender, su nombre, su claustro o su fantasía.

La mía es con café,  ese motor. Es con patio y si es posible, un lazito de amor contra el rojo bordó del muro.

Un hábito muscular de quince cuadras de distancia

un punto de llegada

al que se llega

y no se cree haber llegado.

No se siente como era previsto

en un vacío gris

lluvia pampeana 

se desarbolan

uno a uno 

los planes y ansiedades.

He buscado y encontré  pero ahora se evanecen las proposiciones 

como volutas blanquecinas. 




sábado, 4 de enero de 2025

 No es bueno venerar

el desastre de la época porque hayamos logrado sobrevivir

supimos, aprendimos

a bordear los agujeros

a construir y componer

recomponer ese pozo ciego y su desastre

-sí-

pero hay que deslindar

distinguir

disociar

con costo de fuerzas vitales, finitas e inconmensurables

lo que 

hicimos 

luego de la tormenta 

de la tormenta misma.

Creer es inevitable

andamos poniendo una cosa y otra, aquí y allá

como para organizarnos

como

la columna vertebral

un edificio

una cosa encima de la otra

frágil y transparente, a fin de cuentas.

¿Y en qué creer

tras el muro oscuro?

¿Dónde ahondar tras la crisis de fe?

¿Cómo nutrir a ese motor que necesita?