Conversábamos
un libro
una película
los capitostes del psicoanálisis.
Una copa de vino
una receta de cocina
prender un fuego
cada una de esas cosas se desgranaba en la tarde y luego
seguía y se ondulaba en otras líneas
por mensajes.
Así fuimos hilvanando un tejido consistente que se ondeaba según los vientos y resistía y se adecuaba
a babor o a estribor.
Eran mensajes del alma
eran los códigos morse
eran la adivinación de lo incipiente
eran puentes, vástagos, cruces.
Eran la sustancia misma del tiempo
que se encriptaba
que se encrespaba
pero distraídos como estábamos
no lo supimos.
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