La niña se cautivaba
el cautivo la miraba
un campo extenso de dientes de león o girasoles
serían la alfombra de su trote.
Faltaban los caballos
las tenues nieblas del invierno, aún.
Pero el sol ya teñía de violáceo el cielo y el cansancio del celeste había huido.
Faltaban todavía los zapatos y la elucubración del.miedo.
Lo demás ya estaba dado.
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