La mano cae sobre la tela
suavemente se desliza
acercando el aroma en un gesto tenue y posterior.
La taza quedó vacía en la mesa
y en su borra no dice
nada de lo que pasó
enfilado
un acto al lado del otro, desordenadamente
abarrotando de emociones
las más destacadas
las más fulgurantes
las que hacen vibrar la cuerda
solamente.
Asi nadie ve más que su pasado
y lo que no ocurrirá no está en ningún lado
o sí
y es
como el vaso de agua que se toma todas las mañanas.
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