Que el alma flote por unos días
suspendida
-que siga, ya anda flotante-
que el borde se deshaga en la gran fiesta
-que siga, ya se deshizo-
que el cuerpo se alimente de savia nueva
que la fuerza venga desde abajo, desde arriba, desde afuera y desde adentro
que el sueño nos repare
y que se guarde en una arteria lo vivido para que el bumbum de su cadencia
vuelva
cuando haga falta
cuando haya heridas
cuando el pensamiento intente devorar los actos y los afectos se pongan demasiado tristes.
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