martes, 20 de diciembre de 2022

Un día aprendí a no desprovechar la oportunidad

que las cosas son irrepetidas, inciertas, las causas desconocidas.

Después todo se volvió más fijo

la vida mamífera: los hijos, los horarios de trabajo

una profesión que requiere de la regularidad y el entrenamiento

veía que otros viajaban , iban y venían cuando teníamos veinte, treinta, cuarenta.

Yo solo iba de una ciudad a la otra.

Añoré un día los años locos.

Después, cultivé la ritualidad, el devenir mil cosas en una misma habitación

las olas que suben y bajan con las hormonas y las locuras de las familias

el calor de hogar

el frío del hogar

todo se mezcló en un maremoto, una ola gigantesca

todo se perdió en un olvido milenario.

Como un ave

un dron, se miró todo desde otro lado.

- Vivimos la época de otra cosa ahora- me dijo el sabio.

-Okey- dije.

Y seguí para otro lado.

Otro día recordé la añoranza melancólica por el pasado

como si siempre todo lo pasado hubiera sido mejor

aunque eso siempre lo dice un yo del presente.

En fin, me dije, qué locura.

Qué ejercicio, qué lucha contra el diablo

dejar el diario del lunes a un lado

y el del martes, el miércoles y el jueves.




















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