Demasiado parecida tu indistinción
amaba
ahora me toca
amar lo extraño.
Como un perro lobo que le aúlla a la Luna, como la princesa Mononoke que se trepa a los muros sobre el lomo de su enorme animal blanco y peludo,
magníficos
ambos.
Se acumulan como en una cordillera de palabras, piedras áridas
más allá de toda posibilidad de sintaxis paralela y narrativa
en las almas famélicas
mis lágrimas por la ausencia irremediable de tus maneras, el grano de la voz, las manos gruesas
quedan pulverizadas en los rincones, y el olor a madera
entre las costillas aéreas,entre las que no entra aire
ni hoy
ni mañana.
En las penumbras aquellos que quisieron hacer uso de mí ya no me reconocen
y yo los reconozco solo por mi memoria para las fisonomías y los modos de moverse
-por el vicio del ojo de mi profesión-.
Aunque ya quisiera dejar de reconocerlos y olvidarlos, también.
Mi profusión los pone a prueba y no aprueban
y yo me desapruebo
porque ya es hora de probar algo distinto.
Retirar los fueros, echar todo por la borda.
La velocidad de la muerte se lleva tantas palabras por decir pero trae
de cualquier parte
de libros, de ecos, de canciones y de zambas al piano
todas otras que no se suponía
estaba lista para oír.
El tiempo retrocede y no
el tiempo avanza y no
se enrollan las cosas unas sobre otras
maldigo mi ambición
bendigo mi ambición
bendigo mis recursos
y todo se da vuelta como una media.
¡¿Y si en vez de lo que me pareció entender, entendí lo contrario?!
¡¿Y si en vez del satélite paso a ser el planeta?!
Bendigo la tonta tontería y el esfuerzo de quien me hace reír
en el momento
menos
pensado.
Quédese quien quiera con su censura mortecina sobre
quien sea, que le quede cerca así puede blandir tranquilo todos los índices acusadores que le plazca
o que no pueda dejar de blandir
yo me voy.
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