domingo, 3 de marzo de 2024

Demasiado parecida tu indistinción

amaba

ahora me toca

amar lo extraño.

Como un perro lobo que le aúlla a la Luna, como la princesa Mononoke que se trepa a los muros sobre el lomo de su enorme animal blanco y peludo, 

magníficos

ambos.

Se acumulan como en una cordillera de palabras, piedras áridas

más allá de toda posibilidad de sintaxis paralela y narrativa

en las almas famélicas

mis lágrimas por la ausencia irremediable de tus maneras, el grano de la voz, las manos gruesas

quedan pulverizadas en los rincones, y el olor a madera

entre las costillas aéreas,entre las que no entra aire

ni hoy 

ni mañana.

En las penumbras aquellos que quisieron hacer uso de mí ya no me reconocen

y yo los reconozco solo por mi memoria para las fisonomías y los modos de moverse

-por el vicio del ojo de mi profesión-.

Aunque ya quisiera dejar de reconocerlos y olvidarlos, también.

Mi profusión los pone a prueba y no aprueban

y yo me desapruebo

porque ya es hora de probar algo distinto.

Retirar los fueros, echar todo por la borda.

La velocidad de la muerte se lleva tantas palabras por decir pero trae

de cualquier parte

de libros, de ecos, de canciones y de zambas al piano

todas otras que no se suponía

estaba lista para oír.

El tiempo retrocede y no

el tiempo avanza y no

se enrollan las cosas unas sobre otras

maldigo mi ambición

bendigo mi ambición

bendigo mis recursos

y todo se da vuelta como una media.

¡¿Y si en vez de lo que me pareció entender, entendí lo contrario?!

¡¿Y si en vez del satélite paso a ser el planeta?!

Bendigo la tonta tontería y el esfuerzo de quien me hace reír

en el momento

menos

pensado.

Quédese quien quiera con su censura mortecina sobre 

quien sea, que le quede cerca así puede blandir tranquilo todos los índices acusadores que le plazca

o que no pueda dejar de blandir 

yo me voy.

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