En un pasillo de un castillo ridículo hecho en cualquier parte
esos que ves a la vera del camino
se escuchan las voces de los Barbazules que se cobraron
de más, de más con creces
a fuerza de palabrería e insensatez insensible
todo lo que no pueden dar y son porque no aman.
Son los zombies del fermento
y no es fácil
quién no lo sabe
un poco menos de yo y yo y yo
y si y no y no y si.
Qué repugnantes se vuelven, con la edad, quienes no aman.
Ya es difícil tanta dureza y problema y siempre la pertenencia a la clase social
una orquídea silvestre y amarilla ama más
y un perro se olvida de la maldad.
Me gustaría olvidarme
pero me acuerdo.
Como una luz de falso neón titila y me recuerda, es: quien no ama es como la danza de los cadáveres sin gracia.
Tuve que quemar
tuve que correr
y me compré un paraguas
tuve que callar
tuve que tomar el desvío
y robar los carteles de las películas
y el desprecio.
Con la cara cayendo
llegué a la esquina.
Y cantaban grillos, croaban ranas y maldije el sinsabor
y la tontería falsa.
Y pasé por esa puerta.
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